Ni Dios que la haga
valer cuando la maldad comenzó
a correr por lo menos en un papel. Y entre el cielo y el infierno. La distancia
más corta entre una calumnia y un hecho
. Es decir , también, lo que haría su
diferencia.
¿Señora, dice usted
toda la verdad, completa? Habrá contra preguntado
el funcionario(me gustaría que lo
hubiese hecho ) cuando tomaba nota de la “supuesta “ denuncia. Digo supuesta ,
pues no había nadie ahí que atestiguara la
versión contraria o al menos que no era cierta así tal cual había
quedado impresa en el indiferente papel. Indiferente a la agonía que causaría y
causaba ya a quienes iba dirigida. Sí, porque lo peor ya estaba hecho. Mucho antes del daño objetivo que el
denunciante buscaba . Y también intentar desahogar quién sabe quizás que
rencores, odios y amarguras mal paridos de
una vida, que por último , y en
estricto rigor, no eran ni culpa ni carga finalmente de aquel
en contra de quien se interponía la “supuesta” denuncia.
Una injusticia de principio a fin. El absurdo de la
legalidad desplegada que asiste muchas
veces-lamentable decirlo- con su legal
y positivo amparo a infinitas injusticias e ignorancias con el barniz del deber ser, que en
tantas oportunidades es
profundamente inequitativo. Más aún, es amoral.
Para no creerlo…pero es así .
Lo que sí se siente es una impotencia profunda frente a la
mala humanidad de ese otro. Casi colindante con lo perverso. Es la tierra de la
que estamos hechos, bueno recordarlo. El propio desconcierto y rabia se equipara frente a estas situaciones inesperadas y también me imagino desesperadas de ese alguien para ejecutar una conducta así. O hay que estar medio desequilibrado o
al menos mal temperado en cuanto a los
humores. También los quistes que el odio puede producir y el resentimiento llegan a provocar en una persona. Los que la
hacen estar más cerca de un infierno que manifiesta y derrama en los otros.
La vida bien puede convertirse en uno , cuando constatamos
que estas cosas suceden y nadie está
libre de que le acontezcan. También que
todos tenemos la asombrosa capacidad de hacer que este mundo y la vida cotidiana de los demás sea más
cercano al cielo o a su opuesto, el infierno.
El mal está a la vuelta de la esquina .Nadie está libre de
él. Todos podemos eventualmente practicarlo sea directa o indirectamente, con
conciencia o sin ella. En fin.
Habrá carencia de un bien debido
ahí y eso nos y/o les produce
sufrimiento a otros. Como para tenerlo presente, siempre. Más hoy, en que la indiferencia y el relativismo nos
rondan con pompa y circunstancia en toda su majestad. Y, cuando se cree erróneamente, que a punta de leyes y ejercicio de puros
derechos se obtendrá el bien por el solo hecho de acceder y aplicar un deber ser.(norma) Que se obtendrá todo, incluso aquello , que
previamente debió existir, para justamente
no llegar al extremo de utilizar la
denuncia y obtener sin preámbulos lo que
se buscaba: una retribución monetaria por el supuesto denuncio . Como si el cielo y la paz del alma y ,por último el bien, se compraran solo con
plata. Aunque claro , financia, -da lo m ismo- el como se obtenga. Es un detalle hoy.
Así se estilan y
resuelven las cosas . Y así a punta de
tiras y aflojas mañosos, las más de las veces, de las
garantías establecidas y su abuso. Da lo mismo cómo , sólo importa el cuánto. No hay duda que todo ha cambiado y
mucho. No sé si siempre para bien. Este es un caso concreto para el muestrario
existente. En especial respecto a las personas, su convivencia y la confianza
que antes existió entre ellas sin siquiera dudarse. Todo ha variado radical y
concretamente. Lo que no ha cambiado es el resultado, es decir , el daño objetivo y menoscabo , del tipo que sea
inflingido a la persona afectada por una acción deleznable, certera y amparada por garantías legales que terminan
desvirtuándose por completo de su finalidad original como garantes de las personas y sus derechos. ¡Una
paradoja! Observable en diversos campos legales hoy. Y cuyo abuso deja casi absolutamente en la indefensión al afectado. No menor el asunto.