domingo, 4 de agosto de 2013

Desde un campanario

Las catedrales fueron la máxima expresión del arte religioso. Una donde se combinaba el trabajo de los artesanos, constructores y artistas  a través incluso de varias generaciones que realizaban un mismo oficio. Eran  la concreción edificada sobre roca material y también una que se afirmaba en la existencia de una verdad trascendente. Era el ofrecimiento de lo mejor para  el culto  a Dios  en una comunidad. Así surgen estas construcciones símbolos y signos de ciertas épocas-teocéntricas- donde se conservan hasta hoy artes diversos y orfebrerías constructivas que se elevaban a lo alto  simbolizando también de una u otra forma el destino trascendente del hombre. Entones algo indiscutido, venerado,respetado y unánimemente aceptado. Eran lugares de encuentro de ese hombre con Dios.También espacios donde se acogían  a los despreciados; a los perseguidos. 
Quasimodo-casi hecho- ,personaje de esta historia, era jorobado,   deforme, tuerto y sordo . Era contrahecho. No así  la pureza de su alma , por contraposición. Un ser físicamente horrendo.  Había sido abandonado en las puertas de  la catedral de Notre Dame de Paris. Víctor Hugo crea así este personaje, marginado de la sociedad parisina y que encuentra refugio en esa edificación eclesiástica. Describe el  autor la relación de este campanero  y la catedral como una sola alma unificada.Es ahí donde Quasimodo encuentra un refugio del mundo que lo repudia injustamente.
En algun pasaje de la obra de Víctor Hugo  llegará incluso a exclamar:
Oh,¿ por qué yo no seré de piedra como tú? En sus andanzas¡ diarias entre los campaniles y techos de la catedral donde deambula y transcurre su vida . Alejado del mundo externo hostil y amenazante para él y su condición. 
Solo la gitana Esmeralda, lo hará descubrir otra bondad posible y operativa en otro semejante, además del archidiácono Frollo que lo ha acogido en el recinto religioso.
Victor Hugo intentó llamar la atención de las autoridades del París del siglo XV por el mal estado y abandono en que se encontraba la iglesia. No solo tuvo aceptación sino además  la reparación de Notre Dame comenzó rápidamente. 
Hoy las catedrales además de representar un patrimonio histórico son también manifestación de uno intangible e igualmente importante y necesario. El de los valores, creencias y costumbres y tradiciones de un pueblo. La construcción no es sino la encarnación en concreto y la manifestación de esos valores y  creencias. Unos que para muchos parecen monumentales, e inamovilbles, casi hiératicos. Casi arcaicos y pasados de moda. Sin embargo, al contrario, continúan siendo lugares y espacios de vida y para la vida. Unos donde el hombre puede encontrar aún su conexión más propia y personal con un otro que lo acoge y más aún lo espera siempre.Un lugar de asamblea con otros y de común alabanza y agradecimiento a un otro.  De donde se infunde nueva vida a muchas rocas vivas, las mismas que construyen no solo ediificios hoy  sino también   una sociedad. Una que se  levanta  no solo  como patrimonio tangible sino esencialmente como uno intangible,pero tanto o más importante que el primero y al cual plasmará luego. 
Hoy en que muchos se jactan del patrimonio "despatrimonializado",en concreto el acto  violento en la catedral.Al justificar esta acción  algunos señalaron"ese es un patrimonio -útil- que es precisamente para el que fue concebido:el bien común,la vida comunitaria,la identificación social y el simple hecho de vivir en comunidad,tolerándonos-,respetándonos-como parte de una sociedad que potencie nuestras diferencias y que se adecúe a los cambios".
No hay duda los tiempos han cambiado. El hombre y sus afanes también. Y el patrimonio hoy admite muchas acepciones variadas. Algunas sorprendentes. Unas en las cuales mal podríamos encontrar a un Quasimodo, a una Esmeralda. Y muchísimo menos un real respeto.Hoy mal llamado tolerancia. Los hechos que hemos vivido lo demuestran.
Poco suenan las campanas hoy. Más bullen las violencias y los asaltos y dudo que algun niño sea dejado hoy-por los motivos que sean- precisamente en las puertas de una catedral. 
O que una abortista vaya a claudicar de sus propósitos aminorando el empoderamiento sobre su propio cuerpo. Un mundo paradojal tristemente sorprendente. 
Hoy como nunca los patrimonios parecen tener necesidad urgente de aquellos intangibles.Unos sin los cuales ninguna catedral erigida por  maravillosa que pueda ser en lo material  encuentra  su real razón de ser finalmente.