sábado, 16 de junio de 2012

El arte de elegir



Era un antes y un después. El efecto de ponerse o no esos anteojos. La verdad saltaba ahí  de sopetón frente a frente.  Sí, era ella misma. La  que se había enamorado alguna vez y por la que  habían dejado atrás  una vida  bien diferente a en la memoria del tiempo.
Pareció ser lo único importante entonces. Cuarenta años atrás  ambos  habían abandonado  largos años de soltería.   El con un carácter algo silencioso, tranquilo y tímido, pero profundo . Pausado  en su modo de ser y hacer.  Tomaba su tiempo para todo y de algún modo esto  lo hacía un habitante sui generis en medio de la vorágine del tiempo actual en el que le  tocaba vivir. Y, era esta calma , la que le permitía apreciar muchísimas cosas que los demás no percibían ni de lejos.
Ella, por el contrario, más inmersa en la inquietud de la existencia, se dejaba llevar por los trajines y apuros de la sobrevivencia del día a día. De este modo podría decirse se complementaban bien. A pesar de que de un tiempo a esta parte, la convivencia se había dificultado. Fuera por el paso del tiempo en  cada uno, sea por los caracteres.  Nunca nada fáciles;  también  por las demandas de lo cotidiano  y las pocas facilidades de esa misma  vida. Todo contribuía  poco a hacerles llevadera la existencia.   No  parecía haber opción .
Ella constataba como su cara se arrugaba y  sus extremidades  se rigidizaban .En fin todo lo que antes fue fácil se hacía ahora difícil. Incluso alcanzar una taza para el desayuno en lo alto del mueble de la cocina. Hasta eso se había hecho algunos días algo empinado y agotador. Arreglaré estos muebles se dijo hablando consigo misma. Se daba ánimos . Si no lo hacía ella nadie  lo haría. Esto   era algo tan real y verdadero como el mismo sol que  veía amanecer todas las mañanas por su ventana.  El mismo que infundía en ella  una  sana y renovada esperanza en cada día que arrancaba ahí en la madrugada. Esa hora preciosa ,  auroral en que se juntaban en ella todos los pensamientos, las inspiraciones y las energías   para  enfrentar el día que  empezaría a agotar sus fuerzas físicas luego.  Es  la vida, pensó.
Pasaba   muchas horas  sola. Sea porque el marido no estaba. Sea porque veía poco a sus hijos; cada uno  de ellos demasiado ocupado en hacer  su propia existencia.  El  que sí  la acompañaba era su perro,  compañero fiel de muchas horas.  Con quien más de una vez se descubrió conversando en   amenos  monólogos. Se rió  de buena gana al constatarlo.
Pero era mejor eso que vivir en un silencio permanente cuando necesitaba compartir con alguien. Aún estaba viva. No era un mueble más del inventario de esa casa . Y contra  esa realidad que la rondaba batallaba cada día. Era como afirmarse a sí misma que seguía viva, a pesar de los años.
Hay  verdades que hoy se cacarean por todos lados…pero les falta médula  para ser tales, pensó.  Quiero decir que  hoy todos  las emprenden lavándose la boca con el uso de la verdad como si fuera una pasta de dientes o un enjuagatorio bucal para calmar las  incertidumbres y los relativismos. Los adecuados para justificar todo tipo de incertezas, ambigüedades o conveniencias de turno. Pobrecilla: mal te  tratan y pocos te defienden  con el coraje necesario. Pues hay que “ desnudarse” para ello . Ah y a eso nadie  o casi nadie está  dispuesto. Al menos en lo intelectual y valórico. Opinión, convicción se las llamaba hasta algún tiempo atrás. Finalmente, desprenderse de lo poco y nada que protege a la intimidad o lo poco que nos va quedando de ella. Hoy, donde  todo se  permite,  todo  se justifica en aras de informarse e informar a otros acerca  de las interioridades  de algunos. Da lo mismo quien sea. Si es presidente, si es una nana de Chicureo, si es un obrero. Todo va a la misma olla. No importa a qué costo. No está en discusión. Todo a la parrilla  de  la copucha, la estupidez  e insaciable morbo de  la  poblacis cuando lacabeza quehacer. Mla¡o que ponemos laas mujeres y muy mal agradecido. Solo Dios me imagino ver dunos. No importa a quón  o de la mayoría. ¿Quién es ésta?  Buena pregunta .
Ella no hace sino pedir más de lo que se le da todos los días .A toda hora y en todas las formas. Es un monstruo insaciable. Exige , más y más. Es  lo que esta sociedad ha creado  a punta de dar afrecho a muchos. Estos ya no distinguen nada de nada.
Mientras ella pensaba ,  se dio cuenta que había dejado hirviendo  el agua hace demasiado rato. Le pasaba a menudo. Había decidido aceptarlo.. Su naturaleza  divagadora definitivamente   no congeniaba  ,las más de las veces, con los tiempos o”timing” del  ser  “dueña de casa”. Lo había terminado por  aceptar. Su marido, a regañadientes. La vida otra vez, se dijo confirmándoselo  a sí misma.
Sonó el timbre. Abrió  el portero eléctrico. Era un técnico  a quien esperaba ya hace varios días. Una vigilia más de tantas,  para que esa casa y sus máquinas funcionaran adecuadamente. Asunto no banal cuando a cada uno hay que esperarlo  3 o 4 días para  que vengan al domicilio, hagan  el presupuesto y vuelvan  dignarse a  regresar otra vez ,  para arreglar el susodicho y bienaventurado aparato en cuestión.  No dista mucho del infierno del Dante  el asunto éste.
Paciencia y dignidad debemos desarrollar las  mujeres hoy. El trabajo doméstico siempre monótono, aburrido e indispensable. Mal reconocido ,  mal valorado . Solo Dios  pareciera aquilatar  este tedioso quehacer. Más cuando la cabeza  está justo en el área opuesta de lo pedestre y rutinario. Es una escisión espiritual definitiva y sangrante. Causa desazón porque el tiempo es uno y  las demandas internas por hacer actividades totalmente antagónicas es urgente. Fatal. Solo cabe hacerlo de madrugada robándole horas al sueño matutino .  Así la vida misma, sin poseía ni metáforas.  Y luego el aterrizaje brutal durante el día de los miles de bostezos que reclaman esas horas de sueño faltantes. Pero era necesario dedicarlas a lo que realmente alimenta esa alma: la de esa dueña de casa. Paradojal si se considera que ella es cada vez menos dueña  del oficio en cuestión y no por capacidad, sino por real interés. ¡Dios! Un descubrimiento del porte de una catedral. Y, de las medioevales. Esas  que demandaban varias generaciones para ser construidas, Así de magnífica y prolija era su construcción y el empeño  que ponían los hombres de entonces para dedicárselas a Dios.
Hoy ni una hora  le dedicamos a “este caballero” los días domingos. Cambia, todo cambia. También  esperemos dedicar cada día menos horas , a lo que no nos gusta Sí,  muchas a lo que  nos  encanta; a lo que nos hace  feliz,  finalmente.





No hay comentarios:

Publicar un comentario