viernes, 8 de junio de 2012

Reinventar la” vieja sociedad” de la ayuda mutua.


 Soplan nuevos vientos  y traen una vez más ,  muchas buenas y antiguas hojas a la plaza pública de los asuntos del mundo   actual. Al hombre mismo y a todo aquello que se incuba en su propio corazón: sus más caros anhelos.
 Ahí están las familias. Iglesias domésticas , las llamó alguna vez, Juan  Pablo II.
Se reunieron en Milán. Venidas de todo el mundo bajo la convocatoria de la luminosidad renovada de la fe. Haciendo un urgente llamado a dar esperanza en un mundo que parece-muy a menudo-  haberla perdido. Donde las certezas han sucumbido. Incluso,  la de tener un trabajo digno , frente a una crisis económica contundente  cernida prácticamente sobre todo el orbe.  Las primeras afectadas son siempre las familias. Y aquí  aparece  también el llamado urgente a los gobiernos de cada país a velar por las políticas sociales y de empleo muy preferentemente. No sólo el mercado, regulador de oferta y demanda será el que determine las vacantes de trabajo. Parece indispensable  que los estadistas con visión humanitaria y social se adelanten a lo que muy probablemente vendrá: la cesantía.
Lacra del siglo XXI y de los anteriores. Sin trabajo el hombre  pierde uno de los trípodes de  su esencia en el ser parte activa de este mundo. Su ser cocreador y corredentor con Dios, pero en medio del mundo se ve truncado irremediablemente cayendo  muy a menudo en una espiral de desintegración personal y familiar.   Si el sujeto no logra  obtener  una remuneración que le permita vivir a él o ella y su familia en forma  digna- al menos- .
No solo los gobiernos son los llamados a prestar la necesaria atención y colaboración eficaz. También quienes  tienen mayores recursos y la capacidad de generar trabajo para otros. A ellos muy especialmente les cabe una honrosa, única y especial responsabilidad ética, podríamos llamarla.  A tener un  corazón también generoso y magnánimo para dar y darse a otros que lo necesitan. Para  producir oportunidades de promoción social, de desarrollo para el país y también de crecimiento humano,  inseparable de los anteriores. Todos son gestores de cambios en la sociedad actual y les cabe un papel protagónico. La historia dejará consignada las grandes acciones y también las graves omisiones en este sentido. En este mes del Sagrado Corazón de Jesús  no me cabe la menor duda que también quedaran grabado a fuego -en su corazón de padre- todas estas buenas obras (anónimas y silenciosas, muchas ). Y, a su tiempo,  también  El sabrá premiar a quienes así han obrado en consecuencia. Son los tiempos de Dios y también la actual situación   es un signo de los tiempos.  Los logros fantásticos en avances de todo tipo, pero también las profundas incertidumbres en todo lo relativo al corazón y esperanzas más profundas del hombre. Sea porque no encuentra  las respuestas adecuadas; sea por que la incerteza e inseguridad  de todo hoy día va obligándolo a  dar un paso más allá. Ir hacia  el abandono en la voluntad de un Dios –Padre- . Cuando   el ve  que ha puesto todos los medios humanos, pero al parecer no basta… es  ahí cuando deberá acudir a sus reservas espirituales, tal vez en desuso,  tal vez no aprovechadas  hasta llegar a descubrir todo un nuevo mundo: el de la fe siempre vigente, siempre renovada. Esa que no la afecta la polilla. Tampoco está sujeta a la moda ni menos a lo políticamente correcto de  el momento vigente. Es siempre una  luminosa y esperanzadora  buena nueva.  Responde  a las acuciosas preguntas y necesidades del hombre y su familia  hoy. Le da razones para vivir y perseverar en el empeño por vivir una vida mejor: con sentido y también con profunda esperanza.
La actualidad parece volver a lo más propio del hombre: a su sociabilidad. Al llamarlo a colaborar no solo en su propio desarrollo sino también  al de otros. A prestar y prestarse con su persona, tiempo y capacidades  para él ser mejor persona y también lograr que muchos otros por su intermedio puedan también serlo. Y, muy especialmente,   con una dimensión de humanidad profunda.  Todos estamos  llamados a colaborar cada uno según sus propias y particulares características y capacidades:¡ nadie sobra en la ayuda mutua!


No hay comentarios:

Publicar un comentario