Cometí el error de ver las noticias ayer. Me levanté a los
diez minutos saturada de violencia.
Todas ellas daban cuenta de hechos de sangre
por uno u otro motivo. ¿A qué hemos llegado…? Llegará un momento a este paso en que veremos sólo crónica roja ,
toda. Y , lo más grave , parece que –incluso-
nos vamos acostumbrando…no lo vemos, no nos choca , no nos interpela…¡mal
síntoma!
El balazo o la violencia como forma “aceptada” para solucionarlo
todo. Desde los ajustes de cuentas entre
bandas rivales hasta los asuntos pasionales de todo tipo y todo gremio. ¿Qué
está pasando en nuestro país:..?
Es la droga, el sistema de vida que todo lo” revienta”, las costumbres, la ausencia de valores, la incomunicación e insatisfacción vital, la
inmigración a destajo dirán algunos…pero es bastante más y
complejo.
Hemos ingresado a la “diosa globalización” y con ella
deberemos aceptar la caída de nuestras fronteras valóricas, de costumbres e
identidad que nos conformaban hasta hace muy poco. Todo ha cambiado. Es el
precio del “progreso”….vaya creo que preferiría haberme quedado fuera de los
índices OCDE. No estoy dispuesta como ciudadana, como madre de familia y
chilena a pagar” este” costo. No me parece bien, ni justo, ni equitativo.
Definitivamente MALO y grave.
¿Es que el gobierno
actual y el sistema policíaco se ven
sobrepasados? .Está claro que es así y se cumple lo que sucede en los países
desarrollados. Más aún, todos los sistemas convencionales tienen hoy un frente
no cubierto que es el talón de Aquiles: el de los ataques violentos sea por
grupos extralegales o terroristas que subvierten el sistema o bien los ataques
violentos cometidos por marginales dentro sistema en forma continua y creciente.
Un dolor de cabeza contemporáneo.
Hemos dejado de ser el pueblo acogedor y pacífico que éramos. Nos tapamos de alarmas, empresas de seguridad
privadas y cuánto más se nos ocurra ,
Casas rodeadas de altos muros , cercos eléctricos y rejas de
todo tipo. Una muestra más del signo concreto de esta época: la falta de
confianza. Y no solo una de tipo material sino también valórica , ideológica y sicológica. En todo
sentido. Vivimos, -me incluyo-, en una sociedad de la sospecha y la incerteza.
En las personas, instituciones, grupos del tipo que sean, especialmente los
financieros y suma y sigue…¿cómo construír así un país?
No tengo la respuesta. Sería interesante plantearse dónde
está primero el punto de quiebre para de ahí explorar posibles vueltas de tuerca a un problema ya
endémico y constitutivo de nuestra vida diaria. Es un cuestionamiento a las razones más profundas a las que el
libre mercado no mira y no le interesa mirar pues atenta a su descabellada e
imparable carrera por producir más y sobretodo
-ganar más- dando lo mismo –cómo- Y es aquí donde hay que detenernos. No significa retroceder, producir
menos, pero sí cambiar el sistema de vida que se nos está imponiendo a
todos-querámoslo o no-. Esto revienta ya
por todos lados. La violencia es sólo
una de sus válvulas de escape y parece
que sólo algunos lo percibimos(o nos hacen creer) y nos molesta, nos agrede,
nos altera profundamente. Muchos otros tal vez también lo ven o perciben, pero el temor a opinar o
disentir acarrea consecuencias, por lo tanto ponen un candado en su boca. La
ley de la sobrevivencia y también la
legitimar ción del poder del más
fuerte,-el que sea- sea por la vía que sea parece imponerse de una u otra forma
hoy en Chile.
¿Por qué debemos aceptarlo mansamente como corderos u
ovejas…?Está claro que no, bajo ningún
presupuesto ,el que sea. Más de algo funciona mal. Y, lo que es más grave aún
no parece mejorar sino que por el contrario, empeora.
No hay duda hemos entrado en el “Hall of fame” de los países
desarrollados o en vías de,pero no es gratis. Sufrimos ya la pandemia de la
violencia dentro del país. Ponerle el cascabel a este gato requiere firmeza
política que no sé si se concilia con el libre mercado. Aquí estamos al debe.
Es de esperar que no debamos pagar todos los chilenos este nuevo “tag” en
nuestra vida personal y cotidiana. No es justo, no es equitativo y está mal.
Muy mal.Pues el costo lo pagan casi siempre los más débiles,los más
vulnerables. Los que están al margen de los supuestos beneficios de este “sacrosanto”
modelo y todas sus lacras.Parece que hay que despertar ¡ya! Para exigir lo que
corresponde. Si es que somos chilenos realmente-de corazón-y muy especialmente
ahora que nos acercamos al mes de nuestra patria.Nunca se entregó ni ella ni
los chilenos a enemigo alguno.”Vivir con honor o morir con gloria”…¿exagerado?
Me parece que no. No podemos entregar nuestro país a este enemigo persistente y
astuto: la violencia manifiesta o encubierta. El rojo,sí, en nuestra bandera,
No en nuestras familias, barrios y calles. Tampoco en nuestros poderes ni en
nuestras empresas. En nuestros valores, credos y convicciones arraigadas en
nuestra identidad, nuestras leyes y
anhelos de futuro país.
¿Les dejaremos solo rojo a nuestros hijos y nietos ¿
Bien, en sus lápices y libros. Mal , en sus formas
de convivencia familiar, vecinal, empresarial y de gobierno. El rojo
fondo de pantalla real o virtual satura. Termina por reventarlo todo.
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