miércoles, 12 de septiembre de 2012

Con B de biblioteca, bondad, belleza y beneficencia



 Bautista, Juan, santo se dedicó   a bautizar   en el río Jordán y a anunciar la venida del Mesías. Junto con hacerlo también tenía la humildad suficiente como para reconocer que no era capaz de atar sus sandalias. Y nótese que  digo: el. No” “ella”. Aunque quien sabe…tal como se anuncian las epifanías , nada está claro.
No es la misma humildad la que sostienen los chilenos para reconocer que poco o casi nada leen. Menos para dedicar algún tiempo a algo que   cuesta. Esfuerzo, concentración y tiempo.
La misma antes mencionada no es practicada por quienes corresponde, para llevar adelante una política concreta y objetiva para acercar la lectura a nuestros coterráneos, chilenos.
El IVA a los libros continúa su reinado autoritario y vitalicio como si nada. Nadie parece querer hacerse cargo de la inversión en mayor cultura o  facilitar –al menos- el acceso a ella.  Y sobre el glorioso IVA a los libros, nada se dice. Desde arriba.
No fácil esta ciega y autocomplaciente administración. Incluída en ella nuestra pujante, pero alicaída  y anémica actividad cultural: muy especialmente en apoyos y fomentos reales , eficaces a su  quehacer en nuestro país.
Ya debiéramos haber superado hace mucho las políticas del mimbre y las artesanías en materia de cultura. Y, ojo que no menosprecio éstos. Por el contrario. Me parecen muy importantes, pero no podemos quedarnos solo en los flecos cuando toda la trama del aguayo  y/o chamanto espera un telar  que permita  tejer o hilar, tensionar, soportar y ordenar toda  su textura. Más, mucho más si esto lo aplicamos por analogía a todo un país que piensa, crea, escribe ,pìnta,   canta, compone, proyecta, diseña y formula y mucho  más. Este” capital “ en un país es invaluable…pero puede morir en el camino .por falta de medios, de fomentos adecuados, falta de voz con el volumen adecuado,  a fin de que esta creación riquísima y multiforme pueda ver la luz. Y aquí entre más tengan acceso al haz que ella  produce: mejor.
Sí, las artesanías son importantes, pero no bastan.
Los libros, partiendo por los impresos bien pueden ser el pan de cada día en la mesa de los chilenos. Y así probablemente también derrotaremos la desnutrición espiritual que nos aqueja en forma progresiva. Y con ella todo lo que va ligado a la falta de alimentación del alma de un pueblo: no es menor.
Así como los libros ,también todos los quehaceres del alma de un país: donde ella se ,manifiesta. Aquí hace falta mucho. Mucho para pasar del mimbre o del crin o de la arcilla de Pomaire a bastante  más.
Si no me temo que   en este país pondremos el vino precioso que producen los chilenos ,todos los ámbitos del quehacer de su cultura:  mimbres y más, en  vulnerables y precarias vasijas de barro. O en odres de cuero que pueden resecarse. No contendrán  más el preciado y precioso líquido. Sin agua un pueblo  no vive. Por  más vasijas que produzca; por más odres que curta.
Cuando para  obtener prestado un simple libro escolar en una biblioteca deben hacerse tantos trámites casi como para obtener un préstamo hipotecario parece  que  estamos planteados en la antítesis para concretar los propósitos de dar agua a todos. Y así obtener vida, para el alma. El mejor seguro para un país más  feliz ,más libre y también  más educado. E n las costumbres y por lo tanto en el trato con los demás. Asunto no menor cuando de un país se trata. Incluso de su paz. Esa que viene del alma de cada uno.

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