domingo, 2 de diciembre de 2012

Mujeres.


 
Las mujeres no necesitan un reconocimiento expreso ni menos estar al centro  de un determinado encuadre  para poseer dignidad,  estatus,  y  poder. Ellas  lo tienen por gracia y naturaleza, peso específico y esencia propia. Por inteligencia y universalidad. Una dignidad única, propia y distintiva .En lo personal social y en el ámbito profesional.
Diferente ha   sido   su reconocimiento en cuanto a su aporte. Ellas no necesita  ni "coachs" ni  fanfarrias para ser quiénes  están  llamadas a ser desde siempre.
El país que somos se debe en gran parte a miles de mujeres anónimas que estuvieron cuando hubo que estar. Y así muchos  crecieron, se desarrollaron, figuraron y sirvieron a otros haciendo que este país progresara. Muchísimas,  notables y modestas a la vez. Un agradecimiento oportuno, justo  y merecido.
Hoy  que ellas están en lugares de trabajo insospechados y  han debido  renunciar o  "negociar" mucho de lo que les es más propio.  Es ahí donde la sociedad  actual está al debe.  Y no es menor. Los efectos involucran  a muchos con su carencia y o ausencia. Cuando hablamos de humanidad es  ella en- primerísimo lugar- la formadora de  otras  humanidades que a su cargo tiene. Y con ellas también contribuye a de  todo un país. Tarea  insustituible.
 Importante que ella en medio de tantísimas alternativas todas muy legítimas y necesarias no  renuncie a cultivar y mejorar   esa mismísima humanidad  y dignidad propias para transmitirla  a los que por sangre se debe y muchísimos otros. Conciliar su acción en el mundo público y privado.
Produce lástima cuando se observa cómo se degrada a la mujer en muchos sentidos. Atentando contra su dignidad en forma a veces sutil,  pero no menos persistente. Al hacerlo se destruye el quicio de uno de los pilares en  que descansa un país y también su futuro. Asunto  mucho mayor que una letras minúsculas que en definitiva no añaden ni un milímetro a la  estatura y quehacer  concreto y macizo que muchas de ellas desde el silencio y el trabajo abnegado han prestado y siguen dando  al país a través de sus historias personales.
Preocupa la campaña desbordada y con muchos brillos , plumas y tecnología que se ha iniciado, para poco a poco mutar a la mujer  y convertirla prácticamente en objeto, como quien tira un pedazo de carne a la parrilla. Perdonarán, pero la fortaleza de un país está en la defensa de la dignidad de sus personas y ésta parte por  cuidar y promover el respeto a la mujer y lo que ella  debiera involucrar. No solo se  la habrá defendido a ella sino también a todos los que de ella dependen directa o indirectamente. En definitiva un país.
La dignidad también  se escribe  con letras minúsculas. Esas que dejaron profundas huellas, perdurables. Nacidas de la ponderación, el silencio, la humildad y el trabajo cotidiano. En síntesis de la generosidad. Muy distante y opuesto del bullicio de las consignas y la lucha por el poder de la plaza pública.



Atte

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