El “derecho a la mejor educación” que tienen todos los
chilenos es un bien superior. Y como tal
merece una regulación acorde a ese orden superior.
Los ciudadanos todos están o- estaban hasta hace poco-
dispuestos a gastar lo necesario-y más aún- para educar a sus hijos. Es una
necesidad tan importante y fundamental como el trabajo, la salud, la seguridad, la cultura y el
esparcimiento. En definitiva aquellas que
determinan que una sociedad sea avanzada no sólo por cómo las regula
sino además por la importancia que les
asigna en su presupuesto dentro del total disponible a distribuír. Ya aquí
se mide la madurez o inmadurez de quienes deben por mandato estudiar,
analizar y regular este campo fundamental en una nación. También una ética al desarrollar este
quehacer enfocado en la elección de ciertos medios y no otros ,para lograr determinados fines. Y para qué
decir los énfasis de dichos proyectos
educativos en orden a instruir y formar
personas en forma integral. Sí, el
estado y los privados, bajo un rayado de
cancha preciso, debe a sus ciudadanos la
mejor de las posibilidades en cuanto a concretar un mejor derecho a su
educación .El futuro de un país depende
directa o indirectamente de este deber asumido y ejercido en plenitud
del rigor y seriedad que comprende su
ejecución. Más aún si se piensa que somos un país en vías de desarrollo
el recurso humano y su preparación parece fundamental e indispensable. Una en la cual hay que invertir los mayores esfuerzos y recursos y la
más alta calidad de quienes la entregarán .
Parece elemental el hecho de que quienes acrediten deberán
ser absolutamente independientes y
realmente tener- la capacidad de dar fe- o garantizar acerca de este
proceso contando con altos niveles de calidad ellas mismas. Certificar objetivamente.
El soporte
fundamental de un sistema de
acreditación es la honestidad. Primero para reconocer que somos
ignorantes. Superar esta condición requiere una inversión social
considerable. Por el contrario,
mantenerla nos lleva negligentemente a ser cómplices de un
descalabro social inaceptable. Por
ejemplo el irresoluto
conflicto mapuche , las injusticias sociales como la existente en los
Bajos de Mena . También una generalizada
segregación socioeconómica existente en
todo el país y que impide a los más
pobres superar por sí mismos su propia condición a vista y paciencia de los
sectores privilegiados. Esto se resume en una situación de inconformidad
psicosocial que explica en Chile un alto
índice de insatisfacción y de frustración personal impidiendo al país
desarrollarse en plenitud. Así como
imposibilita a cualquier sujeto alcanzar un desarrollo integral también lo
hacen inviable a la sociedad en general.
Dicha honestidad además de ejercerla y garantizarla en la
acreditación debiera iluminar el propio proceso de educación en el cual los
alumnos aprendan como un valor superior el deseo de la auto superación , el del
buen hacer y encontrar la mejor manera de
concretarlo. Esto permite que en
todos los niveles las personas aspiren a dar
en beneficio propio y el de los demás. Donde la sola competencia puede
transformarse en colaboración. En definitiva una sociedad más humana y
solidaria y también personas más realizadas y felices.
Quienes acrediten ojalá tengan claro que las instituciones
acreditados no sólo deben educar entregando
destrezas técnicas para competir sino muchísimo más. Lo que hará en definitiva la diferencia
esencial entre un país desarrollado y uno que no lo es. Uno pacifico de uno violento.