¡Qué pretensión!
¿Rebosante de “espíritu de servicio” o de superabundancia de autocomplacencia? (¿o una
larvada y ciega petulancia?)
Esta oración -impresa en la bolsa de un diario- fue emblemática y epifánica cuando la leí. Era la fórmula de la consigna -de turno hoy-
en este país. La que muchos pretenden
poseer, ofrecer y comunicar finalmente. Este tabloide y sus ingenieros comerciales son realistas. No olvidan que justamente el mundo de la oferta es ancho y amplio. Y hay que competir. Ahora
apelan , usan , abusan y manipulan , para ello
, lo más profundo de toda persona.
¿Bien o mal la manipulación? A través del lenguaje ésta se hoy observa en todos los rubros. Es una” operación
peineta “sostenida en el tiempo. Sí, pero para bien o mal , hay que vender, cada pomada muy bien
y, si es posible, llegar a esos potenciales clientes de pago,
compra de ideas, valores, costumbres, de” cultura”… en sentido amplio en la sociedad actual. -Las
tendencias- las llaman ahora.
Así como desde los púlpitos de casa piedra el discurso del marketing también comienza ya a variar. Y tenemos
que se ofrecen seminarios en los cuales
se enfatiza que lo importante ahora son las personas. ¡Vaya descubrimiento! Si
es muy antiguo señores ¡ más que el hilo
negro! Lo que nunca debió olvidarse…solo que ahora -conviene -recordarlo.
Es justamente la constatación de esta realidad la que me hace dudar
profundamente de la verdadera intención de rectificar el discurso hasta ahora
vigente.
El hombre actual, como nunca busca y no encuentra. O, mejor
dicho encuentra, sí: sucedáneos, pero no
lo que necesita en definitiva. ¿Para que´? Bueno, nada más y nada menos que, para ser más feliz, pleno y tener una vida con sentido. Ese que viene
dado por esas verdades de siempre y las que no están sujetas a marketing, hall
of fame ni nada por el estilo.
Una vuelta y otra , para volver a esas tierras originarias,
fértiles que ese hombre al alejarse de sus raíces más profundas, las que lo
identifican finalmente dejó a merced del viento, las lluv ias, el frío y el
calor extremos. Sino a una voluntad en
extremo debilitada por el implacable
azote de un sistema que lo denigra, descalifica y desclasifica. Uno que
habla de tolerancia, pero segrega a la hora de los que hubo . Sin cultivo, sin
amoroso cuidado abandonó también su propio cultivo, convirtiendo su existencia,
sus anhelos y mucho más en una tierra yerma y baldía. Arrasada, cuando no si
acaso. Así la erosión del terruño solo trae miseria material y humana.
Una que está ahí despojada de lo más propio, aquello que la hace ser lo que siempre debió
ser. Una consistente, coherente, fértil y productiva. Una que conoce su propio
valor y por lo mismo no entrega aquello que
no tiene precio, la identifica y constituye.
Su propia identidad, características , patrimonio, acervo propio.
Estos elementos desde la persona , pasando por las
sociedades intermedias de todo tipo hasta llegar al estado, cada una de estas
esferas tiene un ámbito propio, identitario y por lo tanto derechos y
obligaciones irrenunciables en el todo de una sociedad.
¿Qué puede hacerse cuando los ciudadanos ya no les creen,
sea por los motivos que sean? Algunos evidentes y bastante graves, otros
solapados y no menos acuciantes. Sí, frente a la constatación de este estado de cosas
es muy difícil entregar a todos estos supuestos intemediarios algún gesto de
confianza. Y es simple. Cuando esta se defrauda en los principios más fundamentales no hay
reconstrucción que valga. Incluso la más elaborada y edulcorada. No señores.
Grave cuando esta situación se da en forma transversal y a nivel país. De
capitán a paje, de derechas a izquierdas pasando por el centro.
No hay dudas este país ha cambiado. Solo el tiempo
confirmará o no ,si todo lo modificado fue para bien. Y, me refiero
fundamentalmente a las personas individualmente consideradas, sus ambiciones,
cualidades e identidades. Todo aquello
que finalmente colabora o no a una
sociedad mejor o no.
Y que no se verifica
solo en entregar un voto , a una u otra coalición determinada.
Es muchísimo más que eso. Pero una vez más en este país somos subdesarrollados y cortoplacistas.
Hasta en esto. Cuando uno comprueba esto es fuerte. No hemos progresado
¡NADA! Me refiero como personas que
supuestamente queremos colaborar para que este país sea –algún día una nación
desarrollada; evolucionada. Integralmente. Lo que marca el plus al cual
debiéramos aspirar todos.
No bastan las consignas de “un país justo” o “uno con
igualdad” o uno de “iguales y por eso hay que actuar distinto…”
Las consignas caen reventadas por el peso de su propia
incoherencia y no sustentabilidad cuando
se observan las conductas de los
políticos , que por decir lo menos asombran. Dicho en forma fina.
Sí , los mascarones de proa caen bajo el peso implacable de
los temporales y vientos fuertes.. Esos que
no dialogan; son simplemente y se imponen por la fuerza de su propio elemento y
naturaleza.
Del mismo modo las tierras
depredadas de sus elementos constitutivos esenciales son tan peligrosas y dañinas como un barco con
grandes mascarones de proa, pero sin un rumbo claro y firme. Para sostener y defender ,afirmar y corregir, en
primerísimo lugar lo que lo constituye; lo que nos identifica como país,
sociedad, asociaciones intermedias y
personas finalmente.
Un país se construye con
empeño y respeto a la vez sostenidos en
el tiempo. Un delicado y espinudo equilibrio. Tanto como el logro del
bien común y los bienes particulares. La conciliación de los ámbitos nunca ha
sido fácil, más no imposible. Un asunto de sensatez, inteligencia y
sensibilidad bien nacida y llevada. Una que dignifique a quienes conducen y también a los conducidos o gobernados.
Habrá también como consecuencia más
verdad y por lo mismo una tierra mejor preparada para el cultivo de la sana paz
en ella.
Solo entonces, estará
, “ahí, todo lo que necesitas” para ese
hombre o mujer chileno. Solo entonces. Unicamente entonces.
Hay una deuda fundamental con cada chileno : la de un
desarrollo país con promoción humana. Y
todo lo que ella presupone e implica.
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