viernes, 7 de junio de 2013

21 Medidas alternativas o ¿el sentido común?



El índice de natalidad ha descendido en forma alarmante en este país  intentaré hacer un inventario no tradicional y sugerente de algunas posibles medidas alternativas que  redunden  finalmente en volver a considerar a muchas y muchos el ser valientes   como para  intentar llegar a ser potenciales padres. O progenitores como  decían los nuestros. Y los padres de ellos por los siglos de los siglos…
Parece necesario tener tiempo ,  paz y calma con ese otro. Uno más que para programar, trabajar y efectuar asuntos de urgencia. Uno más que para realizarse profesionalmente, cumplir objetivos de corto plazo y escalar posiciones en la escala laboral eternamente ascendente hasta el infinito.
Las urgencias dentro de lo posible y creativo reemplazarlo por “lo importante”
¿Qué será esto en medio de tanta urgencia y prioridades todas para ayer? Una revisión del inventario disponible  e imaginable parece  necesario.  Poniendo no solo la cabeza sino también el corazón de por medio, la bondad, la generosidad y también aquello que parece hemos olvidado : la humanidad esa que está dada por un reloj biológico y también  un alma, a veces demasiado silenciosa. Mucho más de lo recomendable para ser sanos  y felices.
Salir del propio yo y de mirarse el ombligo constantemente. También de buscar y vivir en torno a la pura estética: desde la dieta a la búsqueda de la sola y eterna juventud corporal. Sea a costa  de cirugías y esclavitudes de todo tipo. Desde las farmacológicas de los anticonceptivos a las de los antidepresivos pasando por los calmantes y ansiolíticos varios.También por los gimnasios. Actuales templos de adoración máxima. Asumir la propia naturaleza como algo bueno y amable, no como algo perfecto. Y  solo desde los exteriores.. ¿habrá que partir viceversa desde los interiores para proyectarlo en un exterior  que concuerde con todo ello que se incuba, crece y madura- si es que puede –en ese mismo interior?
Somos cuerpo y alma  que duda cabe y esta unión indisoluble cobra  como nunca su precio y costo de racionalidad y consistencia. O de lo contrario se termina  cómo vemos hoy: renegando lo que somos y tratando todos de ser como realmente no somos. Un  camino corto  hacia la más profunda esquizofrenia existencial. Hacia un profundo descontento y por último infelicidad.
¿Qué es ser feliz? Vaya pregunta. La dejo planteada solo. Si no se es feliz, si lo que se vive no gusta, si no convence ¿para qué  traer a otros a lo mismo? ¿A vivir una vida que personalmente no  convence? Y mucho más grave: mal podremos entusiasmar a otros a vivir algo siquiera parecido.
¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar? Otra necesaria interrogante. Claro no se puede ser pobre ni austero. Menos , si vivimos comparándonos con los otros . En una sociedad en la que lo importante más que ser de una determinada manera es importante poseer y mucho en lo posible. Ahí están depositadas las certezas. Y también la fuerza de la voz que se tiene en el conjunto. Para llorar de lástima, pero así es.
Tener nunca ha sido malo de por sí. Sin embargo si vivimos y todo lo colocamos en el orden del atesorar y en función de ello ahí sí parece que el orden se ha invertido. Con lo cual mucho de lo fundamental y que finalmente nos constituye y nos trasciende se va al mismo cuerno, perdonando la expresión. Somos engranajes de una maquinaria alienante y perdemos la más esencial autonomía  y libertad. C asi diría que abdicamos de nuestra nacionalidad de humanos para pasar a ser pernos de una maquinaria infernal. No verlo es ser ciego o imbécil de remate(perdonando nuevamente el término)
Creernos el cuento que otros toman las decisiones por nosotros. Incluso aquellas que son las más propias e idelegables. Sin darnos cuenta hemos ido cediendo nuestros propios exclusivos terrenos decisorios propios a terceros. Hábiles  e inteligentes que ven que este hombrecito actual ha cejado en el esfuerzo de hacerse cago de lidiar con su propia voluntad y naturaleza, sus dones, sus defe ctos y debilidades, en fin con su persona como un todo esencial y operativo. Nada  trivial  el asunto.
También  el sujeto contemporáneo ha construido una sociedad indolora, incolora e inodora. Una aséptica y funcional a tal punto que ya  una mayoría, nada despreciable, osa a jugárselas por el otro porque sí, a tender una mano al débil o vulnerable, y así muchos casos más.
Pasarlo bien, divertirse eternamente, evadir las verdades y realidades poco gratas parece ser otra de las consignas de turno hoy. Y, claro, el sujeto actual no quiere sufrir , pasar dolor de ningún tipo. Y ojalá ser eterno, nunca envejecer, perfectos , productivos…¿qué más?
Una enumeración aterradora que bien podría  llevarnos muy luego a una sociedad similar a la del mundo feliz o a una perfecta utopía. Una desgraciada al fin.
Una alejada , muy distante de quién es verdaderamente ese hombre, cuál sea su verdadera naturaleza y sentido y también sus finalidades en la vida que hoy elabora en  laboratorios diabólicamente   bien programados, pero muy opuestos a su verdadera final felicidad: la humana y plena.
La misma que  el m ismo desde hace siglos busca incansablemente en medio de  éxitos y derrotas a lo largo de su multifacética historia. Hoy no es nuevo. Pero urge . Y, aterrizarlo en su día  a día y en la percepción de ella.  Aquí (descenso de la natalidad)  un indicio palmario y claro  que muestra que algo o más de algo en él no está funcionando como debiera. Si realmente fuera pleno y feliz, digo.  Y, que la sociedad que construye no es una acorde a su desarrollo más pleno. Si así fuera , estas medidas serían absurdas.
B astaría el solo hecho de que el  mismo sujeto quisiera compartir con otros generados por el,  lo que el vive hoy  como una buena experiencia.
Al parecer no es así y al contrario demuestra  en el actual sujeto una profunda desazón, disconformidad, amargura, i nquietud  , incluso temor e  incertiumbre  existencial ante el futuro. Entonces ¿Cómo va a desear legar esto y traer  un hijo para que  viva todo aquello que a él no le convence ni conmueve para bien? Tanto ,como  ¿para arriesgarse a encargar a otro que de él dependerá- al menos un tiempo? Tendría que ser un insensato o loco.
Encargar un hijo es un acto de amor y  fe infinitos,. Factores ambos hoy en franca baja . Así,  es difícil que un pago- el que sea-vaya a remover las costras duras  que se han formado en las convicciones nacidas en la incertiudumbre y el temor. También muchas veces en un egoísmo a ultranza. Aquellas que hacen que la persona actúe y se proyecte a través de ellos. Un hijo es el acto  más concreto proyectado a un futuro en el que se confía sin dudar.
Las mejores medidas parecen ser las que el corazón y la cabeza unidas  a un aumento de la fe pueden obrar en cada uno. Pero para ello también habrá de existir una sociedad que con  su vitalidad y actos concretos de un sí y apoyo incondicional a esa  misma nueva vida potencial que podría venir a   dar la savia  necesaria a este país.
Uno que bien puede no vivir . Solo  sobrevivir, para contar una historia incompleta al fin. O una triste historia  relato  muy humano y real. Uno no exento por ello de dificultadeds in relato real.vivo.  historia istoria.ivir solo para contar una historia incompleta.s convicciones. unas y. Asciaas de turno h










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