El índice de natalidad ha descendido en forma alarmante en
este país intentaré hacer un inventario
no tradicional y sugerente de algunas posibles medidas alternativas que redunden
finalmente en volver a considerar a muchas y muchos el ser
valientes como para intentar llegar a ser potenciales padres. O
progenitores como decían los nuestros. Y
los padres de ellos por los siglos de los siglos…
Parece necesario tener tiempo , paz y calma con ese otro. Uno más que para
programar, trabajar y efectuar asuntos de urgencia. Uno más que para realizarse
profesionalmente, cumplir objetivos de corto plazo y escalar posiciones en la
escala laboral eternamente ascendente hasta el infinito.
Las urgencias dentro de lo posible y creativo reemplazarlo
por “lo importante”
¿Qué será esto en medio de tanta urgencia y prioridades
todas para ayer? Una revisión del inventario disponible e imaginable parece necesario.
Poniendo no solo la cabeza sino también el corazón de por medio, la
bondad, la generosidad y también aquello que parece hemos olvidado : la
humanidad esa que está dada por un reloj biológico y también un alma, a veces demasiado silenciosa. Mucho
más de lo recomendable para ser sanos y
felices.
Salir del propio yo y de mirarse el ombligo constantemente.
También de buscar y vivir en torno a la pura estética: desde la dieta a la
búsqueda de la sola y eterna juventud corporal. Sea a costa de cirugías y esclavitudes de todo tipo.
Desde las farmacológicas de los anticonceptivos a las de los antidepresivos
pasando por los calmantes y ansiolíticos varios.También por los gimnasios.
Actuales templos de adoración máxima. Asumir la propia naturaleza como algo
bueno y amable, no como algo perfecto. Y
solo desde los exteriores.. ¿habrá que partir viceversa desde los
interiores para proyectarlo en un exterior
que concuerde con todo ello que se incuba, crece y madura- si es que
puede –en ese mismo interior?
Somos cuerpo y alma
que duda cabe y esta unión indisoluble cobra como nunca su precio y costo de racionalidad
y consistencia. O de lo contrario se termina
cómo vemos hoy: renegando lo que somos y tratando todos de ser como
realmente no somos. Un camino corto hacia la más profunda esquizofrenia
existencial. Hacia un profundo descontento y por último infelicidad.
¿Qué es ser feliz? Vaya pregunta. La dejo planteada solo. Si
no se es feliz, si lo que se vive no gusta, si no convence ¿para qué traer a otros a lo mismo? ¿A vivir una vida
que personalmente no convence? Y mucho
más grave: mal podremos entusiasmar a otros a vivir algo siquiera parecido.
¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar? Otra necesaria
interrogante. Claro no se puede ser pobre ni austero. Menos , si vivimos
comparándonos con los otros . En una sociedad en la que lo importante más que
ser de una determinada manera es importante poseer y mucho en lo posible. Ahí
están depositadas las certezas. Y también la fuerza de la voz que se tiene en
el conjunto. Para llorar de lástima, pero así es.
Tener nunca ha sido malo de por sí. Sin embargo si vivimos y
todo lo colocamos en el orden del atesorar y en función de ello ahí sí parece
que el orden se ha invertido. Con lo cual mucho de lo fundamental y que
finalmente nos constituye y nos trasciende se va al mismo cuerno, perdonando la
expresión. Somos engranajes de una maquinaria alienante y perdemos la más esencial
autonomía y libertad. C asi diría que
abdicamos de nuestra nacionalidad de humanos para pasar a ser pernos de una
maquinaria infernal. No verlo es ser ciego o imbécil de remate(perdonando
nuevamente el término)
Creernos el cuento que otros toman las decisiones por
nosotros. Incluso aquellas que son las más propias e idelegables. Sin darnos
cuenta hemos ido cediendo nuestros propios exclusivos terrenos decisorios
propios a terceros. Hábiles e
inteligentes que ven que este hombrecito actual ha cejado en el esfuerzo de
hacerse cago de lidiar con su propia voluntad y naturaleza, sus dones, sus defe
ctos y debilidades, en fin con su persona como un todo esencial y operativo.
Nada trivial el asunto.
También el sujeto
contemporáneo ha construido una sociedad indolora, incolora e inodora. Una
aséptica y funcional a tal punto que ya
una mayoría, nada despreciable, osa a jugárselas por el otro porque sí,
a tender una mano al débil o vulnerable, y así muchos casos más.
Pasarlo bien, divertirse eternamente, evadir las verdades y
realidades poco gratas parece ser otra de las consignas de turno hoy. Y, claro,
el sujeto actual no quiere sufrir , pasar dolor de ningún tipo. Y ojalá ser
eterno, nunca envejecer, perfectos , productivos…¿qué más?
Una enumeración aterradora que bien podría llevarnos muy luego a una sociedad similar a
la del mundo feliz o a una perfecta utopía. Una desgraciada al fin.
Una alejada , muy distante de quién es verdaderamente ese
hombre, cuál sea su verdadera naturaleza y sentido y también sus finalidades en
la vida que hoy elabora en laboratorios
diabólicamente bien programados, pero muy opuestos a su
verdadera final felicidad: la humana y plena.
La misma que el m
ismo desde hace siglos busca incansablemente en medio de éxitos y derrotas a lo largo de su
multifacética historia. Hoy no es nuevo. Pero urge . Y, aterrizarlo en su día a día y en la percepción de ella. Aquí (descenso de la natalidad) un indicio palmario y claro que muestra que algo o más de algo en él no
está funcionando como debiera. Si realmente fuera pleno y feliz, digo. Y, que la sociedad que construye no es una
acorde a su desarrollo más pleno. Si así fuera , estas medidas serían absurdas.
B astaría el solo hecho de que el mismo sujeto quisiera compartir con otros
generados por el, lo que el vive
hoy como una buena experiencia.
Al parecer no es así y al contrario demuestra en el actual sujeto una profunda desazón,
disconformidad, amargura, i nquietud ,
incluso temor e incertiumbre existencial ante el futuro. Entonces ¿Cómo va
a desear legar esto y traer un hijo para
que viva todo aquello que a él no le
convence ni conmueve para bien? Tanto ,como
¿para arriesgarse a encargar a otro que de él dependerá- al menos un
tiempo? Tendría que ser un insensato o loco.
Encargar un hijo es un acto de amor y fe infinitos,. Factores ambos hoy en franca
baja . Así, es difícil que un pago- el
que sea-vaya a remover las costras duras
que se han formado en las convicciones nacidas en la incertiudumbre y el
temor. También muchas veces en un egoísmo a ultranza. Aquellas que hacen que la
persona actúe y se proyecte a través de ellos. Un hijo es el acto más concreto proyectado a un futuro en el que
se confía sin dudar.
Las mejores medidas parecen ser las que el corazón y la
cabeza unidas a un aumento de la fe
pueden obrar en cada uno. Pero para ello también habrá de existir una sociedad
que con su vitalidad y actos concretos
de un sí y apoyo incondicional a esa
misma nueva vida potencial que podría venir a dar la savia necesaria a este país.
Uno que bien puede no vivir . Solo sobrevivir, para contar una historia
incompleta al fin. O una triste historia
relato muy humano y real. Uno no
exento por ello de dificultadeds
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