Baja estatura.Pelo negro,muy negro;cara angulosa,ojillos tristes;su expresión...dicen que éstos son la ventana del alma. Lástima,porque hablo de una chilena,de sólo de 17 años. Promedio para lo que se entiende por su edad,condición y etnia. No lo digo peyorativamente;al contrario, creo sin miedo a equivocarme que es una realidad en millones de casos en miles de lugares de este largo país. Pero la descripción no termina aquí. Tenía alrededor de su labio superior derecho innumerables piercings de diferentes colores a lo ancho de él. También los exhibía con enorme orgullo y juvenil desenfado en su oreja supèrior de otros colores aún más variopintos dentro de este arcoirirs que a lo mejor algún parentesco tenía con el que enarbolan otras banderas por ahí...con tanta globalización e información circulando por todos lados y al acceso de todos sin que se tenga el juicio crítico para no tragarse todo: tal como aparece y aparenta. Es decir,sin desmenuzar nada ni ir al fondo de algo-ni por equivocación.
Al conocerla tuve la sensación de encontrar un pajarito-por lo frágil- que era su postura frente al mundo,su manera de expresarse si es que alguna vez lo hacía...casi era un silencio permanente. Este hablaba tanto sin decir nada;una paradoja.
Mi asombro continuó más allá aún... Cuando logré hablar con ella en una conversación que lograra ir a más de un sí o no escuetos por respuesta ,supe según relató ella que no era bautizada,pero sus padres si lo eran. Agregó que cuando uno quería hacer los sacramentos había que estudiar e ir a cursos,era complicado todo,mucho al parecer para ella. No sé si fue para disculparse ...no sé por qué,en fin. Luego me dijo que era mormona. Aquí sonrió,por primera vez. ¿Y cómo llegaste a ellos?,pregunté. Su respuesta fue elocuente: es que hacen cosas entretenidas. Si la observaba atentamente y recordé cómo había llegado a mi casa .Era ver a una chiquilla yankee,vestida en ese estilo,de pies a cabeza. Era como de revista americana para teenagers; copia feliz del edén...pero vistiendo a la adolescente que describí al inicio. Al observarla me produjo la impresión de no coincidir el negativo con el positivo o más bien el de un traslape curioso. Más aún traía una pequeña maleta con ruedas de un color rojo o fucsia al más puro estilo saxoline. Sobre esta misma se sentó unos días después mientras esperaba el taxi que la llevaría de vuelta al pueblo donde vive. Esperó sentada sobre ella , a ras de suelo a la salida,con la inmutabilidad y tajante decisión de la estirpe a la que pertenece. También con la desfachatez e impertinencia propia de la edad de los que se creen dueños del mundo: comprensible.
Cuando en otra oportunidad conversé con ella me mostró que tenía inquietudes: Iría a estudiar a otra ciudad marketing o algo parecido a un instituto: gracias a Dios ésto si la ilusionaba. Algo funcionaba bien de acuerdo a su edad. La animé a hacerlo para progresar.A lo que asintió gustosa. Aquí se explayó algo por primera vez.
Su abuela,mujer del rigor,esforzada,de entrados años,a su nieta la quiere ,pero no la entiende mucho. es más,observa con preocupación la comprende mucho menos que yo. Sin embargo es sabia porque tiene años y ha criado a la que fue su madre y a otros hermanos más. Tiene una hermosa familia y lo expresa orgullosa: sus hijos nietos y bisnietos: ellos son su gran obra. Como una lenga antigua y sabia mira con preocupación a estos renovales que la siguen más abajo. Ha intentado hacer más de algo por esta nieta: mal le ha ido. Lo reconoce,pèro me asegura que no cejará en el intento. Abuela amorosa y valerosa...como hay muchas que tratan de educar a los nietos aún cuando los códigos compartidos son escasos entre estas dos generaciones.
La abuela hizo el mejor arroz graneado;la nieta lucía ufana sus piercings sin entender ni el por qué ni para qué de los deberes;sí mucho más de derechos. Nada de la autoridad y mucho menos de la obediencia;tampoco de la fidelidad a lo que se es realmente,a las costumbres propias. Era un pajarito,pero además pedía con urgencia tutela,consejo y metas para alcanzar. Una vida con sentido. Había absorbido todo lo externo de la extranjerizante modernidad,pero de la interioridad: valores,credo,conocimientos,alegría de vivir,ideales etc... de eso creo que había un vacío abismante. Es preocupante cuando la avalancha de lo externo nos invade y muy especialmente a la gente joven cuando la cultura y los valores propios no constituyen una identidad firme,que es la que permite asimilar en mejor forma todo lo que llega. Me pregunto ¿qué esperará esta joven del futuro? Será seguro muy diferente si es que en algo se proyecta, de lo que querría su abuela para ella,no me cabe la menor duda.
Ambas cumplirán su ciclo. Ojalá puedan compartir más y cada una entregue lo mejor a la otra en este caminar que por algo les toca juntas-o al menos cerca-. Arroz graneado y piercing no son del todo incompatibles.
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