Un
cordero, símbolo de docilidad y
mansedumbre. La oveja, un animal que se deja conducir en un piño por un pastor.
El lobo, un depredador a la búsqueda de la presa.(as) En lo posible en lo
solitario y descampado. Estos protagonistas que parecen sacados de una lectura
bíblica o de una novela pastoril no lo
son tanto, como parecen. No tanto como, para no reconocer estos arquetipos y sus
manifestaciones. Incluso las más solapadas, las más ilustradas, incluso las más
lúdicas-so pretexto- de quienes las
citan y usan, pero no para fines ni tan idílicos ni tan
altruistas como los evocados. Buscan
causar desconcierto y
confusión-inducidos- con premeditación y alevosía. Y lo que logran es revolver
y /o violar sin respeto, sin prisa y sin pausa , primero el estómago, la inteligencia y
también los sentimientos, las
sensibilidades de lo más sagrado de las personas.Sus convicciones y creencias, el santuario de sus sus
conciencias ,- lee usted , bien -para
mal. Causan rabia. Causan impotencia. Causan rebeldía ante el engaño, la irreverencia, la intolerancia- que ellos mismos dicen criticar- la mentira y también, la manipulación sagaz.
Circulan
hoy en medio de todos nosotros. Y, lo que es peor, también sus primos hermanos: los lobos con
piel de oveja. Los oportunistas y los que también han vendido su alma al
diablo. Más ruines. Más peores.
Provocan lástima cómo malgastan la inteligencia para mal. No para el bien. No, para iluminar a
otros, sino para oscurecer, remecer ,desarmar y asolar. Destruír cuesta siempre
muy poco. ¿Con qué derecho?
Aquí
es donde parece asomar el límite entre
lo posible y lo debido. Entre lo
legítimo y lo correcto. Disquisiciones del pasado, medieval… pues no me
parece.
Todo
lo contrario. Es muy actual . Es la invasión de muchas verdades que a muchos incomodan. Y., muy
especialmente, a la soberbia de ese hombre actual, tan “erudito”,tan “letrado” o
tan “poderoso”que se siente con el derecho de vaciar sus propias conclusiones y
las tomadas de otros , sobre quienes los
oyen sin siquiera tener derecho a opinar distinto, a disentir y por lo menos
poder exponer una opinión diferente de su
totalitarismo expresado en una verborrea “ilustrada”, bulliciosa y
excluyente. Dejando silenciosos- como un huevo duro- a los concurrentes a la
charla en cuestión. Pero ya ha sembrado la duda, la incertidumbre y la
sospecha.
¡Paradojal!
Y se suponía, digo bien-suponía- que era una persona buscadora de la verdad, lejos de toda atadura. Pero no. Ya había
sucumbido no a una sino a muchas de estas ligazones, que vaya que lo tenían atado, muy fuertemente,
pero solo hacia un sector de la verdad. Ya aquí con lo que expresaba, como
reaccionó frente a una opinión radicalmente opuesta, bastó ésta, para que las amarras suyas se soltaran en una impulsiva reacción , atrabiliaria y casi
violenta , para acallar al que opinaba distinto. Se desmoronó este “adalid” o “espadachín” defensor
de las buenas causas; las de los corderos. Y, más aún,
me sentí oveja negra., sin que
hubiera ni causa ni motivo, más que el pensar diferente. Frente a su actitud descalificadora y
descontadora de esta oveja que osaba salir de “su piño”. Es decir, él se había
constituido en nuestro pastor. Nos estaba "guiando", pero dudo mucho que hubiera dejado al resto, por ir a sacarme del “supuesto” error de pensar
distinto. No, simplemente siguiendo los patrones actuales me discriminó, fui
invisible.
Fue
ver en forma patente como estas grandes estatuas de la intelectualidad o de lo
que sea también tienen pies de barro. Y,
como, el pecado original, finalmente asoma en todos: con más o menos títulos
, con más o menos coronas de olivo sobre la cabeza. Aquí se manifestó una vez más la soberbia de esta otra oveja,
que quizo erigirse en pastor, pero no siguiendo los cánones del” bueno” sino
uno , sagaz , ávido, muy
humano y vulnerable. Comprendí luego del desconcierto inicial y lástima al
constatar esta realidad cotidiana, que es muy bueno ser honestamente cordero o intentar serlo; ser también una
oveja porque reconoce en otros cualidades y defectos, los mismos que poseo yo o
cualquier otro. Y, que finalmente nadie
está libre del asalto de estos lobos, los con piel de oveja. Son tan feroces como los de la mitología, sólo que éstos propagan el terror y fundamentalmente el error. Incluso por medio de “lúdicas” metodologías. Me pregunto si alguien más de los que ahí estaban
percibió algo de todo esto. Tal vez soy la única que se sintió vulnerada e indefensa
frente a la embestida de este lobo con
piel de oveja, pero feroz al fin. Quedé silenciosa- para adentro- tanto como un huevo duro. (Y no es
broma). Doy gracias por esta experiencia. Fue incisiva. Lobos, corderos y ovejas. Con
la salvedad que el “buen” pastor era escaso en la pradera y hoy lo es en medio de la gran ciudad.