Unos estaban leyendo. Otros en el gimnasio. Con sus
compañeros de clases y con sus amigos. Los profesores enseñaban a todos ellos
. El aire se quebró en un momento. Disparos y ráfagas de armas de fuego cortaron
el silencio. Retumbaron e
irrumpieron en el lugar luego los gritos de horror como un holocausto
violento elevado al cielo de esos pequeños e indefensos niños . Tenían entre cinco y diez años. No habían
vivido aún… Sólo Dios ha podido ver ese momento trágico de la caída de esos
pequeños ensangrentados al suelo. Asesinados a mansalva y a boca de jarro, por la mano asesina de un loco perturbado y
enajenado, sin haberles dado siquiera la oportunidad por último de decir algo,
abrazarse quizás entre ellos mismos. Quien sabe que increíbles situaciones vivieron esos pequeños en
ese fatal momento. Solo Dios lo ha visto
y solo El lo sabe y lo guardará en su inmenso corazón de padre que me imagino
tendrá una pena inmensa, infinita. La misma con la que comulgamos en espíritu unidos
aunque sea de lejos con esos padres que
hoy empiezan a vivir el calvario para toda una vida. El de la partida de esos
hijos antes que ellos. Cuántos de ellos habrán ido felices a clases ese día a
encontrarse con sus amigos. Lo que sí queda claro es que ya hay veinte de esos inocentes que no
volvieron a ver a sus padres . No
volverán a sus casas. Tampoco leerán nunca más. No podrán jugar en esos patios del colegio.
Esos padres vivirán una navidad sin sus niños. “Nada”
aparentemente permitó evitarlo. Nada al
menos de lo que si podría haber alterado esa mortal fatalidad. Cuando oímos que
la vida es una lotería, sí, pero aquí habría que agregar
macabra.
La lógica insana de
un hombre joven de veinte años que es capaz de
matar a quemarropa a inocentes niños en su propia escuela, supuestamente
un lugar seguro para ellos. Hoy ya nada brinda esa seguridad. Ni siquiera las
familias son garantías de nada para nadie. Así el mundo de hoy. Y es en medio
de esta realidad aterradora y oscura en la que
hay que mantener aún o tratar al menos de perseverar en una esperanza y
fe de vida mejor para el hombre. El mismo que ha construido y logrado tanto
progreso material. Sin embargo en medio
de él brotan estos episodios macabros, lamentables e irracionales que nos
demuestran que a pesar de el progreso y avance de los países justamente también es en éstos donde este tipo de
situaciones vienen produciéndose con cierta periodicidad. ¿ Qué está sucediendo
con el hombre inserto en este tipo de sociedades?
Algo o más de algo
parece no funcionar. Ni en el hombre mismo ni en las sociedades que está
construyendo. Desarrolladas materialmente, pero en definitiva pobres en todo lo que finalmente determina la armonía, paz
y felicidad de ese mismo hombre. También
la convivencia para hacer una sociedad más fraterna, equitativa y
humanizada. Parece que veinte vidas inocentes no justifican la
desidia y negligencia para evitar que estos sucesos sigan produciéndose. Una
sola vida que se pierda ya basta para poner el esquema en seria revisión y
modificación drástica. Al menos para no
exponer a los que son más vulnerables e indefensos dentro de ella. Esta es una herida grave y que
quienes deben responder no pueden continuar evadiendo. Hay que actuar ya.
Situaciones como está ya no debieran suceder en ninguna sociedad, más aún en
aquellas que se supone cuentan con desarrollo cultural, económico y cívico.
Por ahora solo trato aunque sea en espíritu de unir mi oración y compañía espiritual a cada uno de sus padres confiando
en su fuerza infinita como el mejor bálsamo posible para volver a levantarse y caminar. Sin ese hijo que ha
partido. El que fue arrancado
violentamente de sus manos paternas por la violenta irracionalidad de un loco.
Uno que probablemente no fue acogido ni en su familia ni en el medio donde le tocó nacer y vivir. La soledad y aislamiento, las carencias de afectos
básicos, graves problemas
del hombre en estas sociedades desarrolladas.
Unidos en oración por esos ángeles que han partido. Por el dolor infinito de esos padres ante la
pérdida y también por quienes deben
tomar medidas de todo tipo . Que la inteligencia para el bien opere en ellos.
Al menos para disminuír los
posibles atentados contra los más vulnerables,
los más inocentes en toda sociedad.
Ya ahí habrá operado en algo la sensatez más básica y
también la humanidad más elemental.
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