martes, 26 de marzo de 2013

Hecho en Chile


Terminando marzo y  ya partimos el año. Por obvio no lo es  más aún con el  tan mentado  desembarco femenino ad portas y  la trifulca que dicha maniobra trae a los reductos tradicionales del feudo político nacional.
Chileno en la forma y el fondo.
Una  cancha chica para mucho interesado. No sé por qué me recuerda al viejo país, el de los libros de historia.El de la demagogia, el de los años previos a  la reforma agraria y también el de uno  donde la política lo era todo. Donde el acceso  a esa actividad estaba asegurada y controlada (al fin y al cabo .) Por y para algunos.
De sus dictados dependían la economía y el progreso nacional. También los tópicos candentes en la opinión pública y su trascendencia. Las buenas y malas costumbres en boga, lo justo y lo divino…
Hoy  el público ha variado. La información también y su  manejo  más aún.
Sin embargo, los “viejos políticos,” no han cambiado. O , mejor dicho lo han hecho sólo en el logro de sus propios intereses. Lo que   no es  novedad.  
Continuamos  con un sistema institucional arcaico que  no  responde ni a las necesidades ni al desarrollo del país. Tampoco  propende una actividad de sana política encaminada a legitimarse y a representar legítimamente a todos. Por todos quiero decir  a quienes habitan  esta larga y angosta faja de tierra. Y esta población variada y variable  debiera ser considerada en este escenario. Más aún, va siendo necesario construír un país, pero no a espaldas de su población. Es decir,  los  que trabajan aquí, aún cuando sea con sangre, sudor  y lagrimas.
Los que no  cuentan, los que nadie ve y los que no pagan con el grosor del billete o de la divisa transada en el mercado actual: la de la contemporización .Con el modelo, con  el rasgar vestiduras, también con  la indiferencia frente a las necesidades ajenas.
Hecho en Chile nos ha cambiado. Y vaya que mucho. Pero al mismo tiempo nunca   tanto,  como para no ver la reedición de antiguas prácticas muy  chilenas nada recomendables.
De este modo (como leí  hoy (en una columna) bien podremos y me incluyo como simple ciudadana de a pie “ traicionar la promesa de nuestro mejor destino” todos y cada uno. Sea  al no participar en lo que a cada uno puede y debe hacer; sea haciéndonos los sordos y ciegos. A el hecho de mirar un poco más allá de las propias conveniencias. El carpe diem  actual habrá  que dosificarlo con  un poco más. Uno que haga la real diferencia entre  ser un país desarrollado y  cultivado de uno que  aún se debate en la parafernalia del subdesarrollo y dentro de él  a la demagogia propia de un sistema político clientelista y estrecho. Uno que  no apunta alto ni menos a las fronteras  nuevas que la realidad va poniendo por delante. Léase las minorías, los sin voz económica, los outsiders, los en ascenso social, los que descienden en la misma escala, los mayores de cincuenta, los que trabajan con el intelecto; las mujeres …son ciudadanos que no están en  el actual esquema y no por eso no son chilenos. Tanto o igual como los tecnócratas con la diferencia de que sí pueden marcar el inicio de una nueva etapa en este “hecho en Chile”.  Una constitución política viable con un sistema democrático moderno y representativo, una administración regional promovedora de la autonomía y desarrollo de las provincias; una legislación económica promotora de un desarrollo  equitativo y a la vez innovador en tecnologías y  defensa del medio ambiente. En definitiva un desarrollo humano integral para los ciudadanos ,incluso el de a pìe, el inmigrante, la mujer cualquiera sea su condición, los de la tercera edad y muchos más. Uno que reconozca también nuestras raíces dándoles el lugar que corresponde e integrándolas al país actual. Y por qué no un progreso basado en el respeto al medio ambiente y la defensa de él, uno sustentable que  preserve y potencie lo mejor para los que nos siguen. No entregarles un basurero y lastre en costos inestimables para ellos. No parece ni equitativo, ni justo. Es lo  más cercano a la inconciencia rayana en la arbitrariedad. La misma que se instala en un sistema, el que sea, cuando desaparece la equidad y también la objetividad para diseñar las líneas de acción. Cuando éstas pasan a ser construídas  e  inspiradas por el interés particular y las metas de corto plazo. Las del cálculo mezquino e interesado. Sólo ésas. No aptas para un país que aspira a ser “desarrollado”¡Suerte hecho en Chile!
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